Fridtjof Nansen era un hombre de muchos intereses. Esta curiosidad le permitió adquirir importantes conocimientos en muchas áreas diferentes. Aunque inicialmente trabajó como científico en el campo de la biología, allanando el camino para importantes avances en neurología, sus diversas expediciones en el Atlántico Norte se hicieron muy conocidas posteriormente. No escatimó desafíos en su búsqueda de nuevos conocimientos.
En los últimos años de su vida, trabajó como diplomático para Noruega en Londres. Después se convirtió en Alto Comisionado de la Sociedad de Naciones y se implicó en la ayuda a los refugiados apátridas. El paso de Nansen, que lleva su nombre, supuso una importante mejora para las personas afectadas y le valió el Premio Nobel de la Paz en 1922 por su compromiso con la ayuda a los refugiados.
Por ello, a pesar de la gran distancia histórica de su vida, representa de forma especial la sostenibilidad, la viabilidad futura, la democracia y la apertura al mundo como símbolo de lo que entendemos por una buena cultura escolar y de aprendizaje.